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martes, octubre 26, 2004

Lejos del paraíso 

El cielito (Argentina / Francia, 2004). Dirigida por María Victoria Menis. Con Leonardo Ramírez, Mónica Lairana, Darío Levy, Rodrigo Silva.
ESTRENO
Puntaje: 5

El cielito es una mermelada (y no "una manteca" que cambiaría drásticamente la connotación untable). Uno de esos dulces frutales que prepara Mercedes (Mónica Lairana) en su para nada celestial chacra litoraleña. Nadie duda de la nobleza de sus intenciones -no es poco en esa góndola plagada de artículos vencidos que es el cine vernáculo- ni de la frescura de sus ingredientes. Por suerte, El cielito carece de cinismo y le hace ahorrar al espectador los momentos empalagosos del cada vez más frecuente costumbrismo mal entendido. Sin embargo, la película oscila, como postre casero que es, entre la simpleza del producto autóctono y la obviedad encandilante de uno for export. Su reciente participación en la competencia oficial del Festival de San Sebastián hizo que varias críticas de afuera vieran en ella una cualidad documental (eso de mostrar, por medio del personaje del bebé Chango, la orfandad y la desprotección en la que vive la población argentina) que es lo menos interesante que tiene. Justamente, la película falla cuando se torna machacona (algún cartel que reza "Primero los niños", Félix se come un Palito de la Selva). Pero en los momentos en que la directora decide explorar la relación entre el protagonista y el bebé y el tedio de la vida en el campo, es cuando destila todo el encanto de lo agridulce. A veces cruda, con altibajos, El cielito parece una mezcla a la que le faltó más tiempo de maceración pero que no deja de descolocar ni de invitar al degustador osado que se anime a probarla.
Agustina Larrea.

miércoles, octubre 06, 2004

French Can Can 

El perro (Le Chien, Argentina, 2004). Dirigida por Carlos Sorín. Con Juan Villegas, Walter Donado, Micol Estévez, Kita Ca y Pascual Condito.
ESTRENO
Puntaje: 3

Con el mismo sentido de patriotismo que la publicidad de una de esas empresas que confían en el país, con la emotividad de un aviso donde se desafían distintas blancuras o donde se expone la implícita nobleza de tomarse un mate. Así filmó Sorín El perro.
Como la publicidad, que parte de ciertos presupuestos -que a la gente la gusta usar la ropa bien blanquita, ponele- el director se basa en prejuicios un poco más cínicos. (Al menos en el "contrato de lectura" de la publicidad se estipula una intención mercantil que el cine seriote pretende, a priori, esquivar).
Primero organiza un entramado de personajes prototípicos: el chanta, los burgueses venidos a menos, los jóvenes que quieren progresar.
Y después la enorme lista de verdades derechas y humanas: que los tipos buenos dicen "gracias" todo el tiempo, que alguien es gentil porque hace favores o que puede existir la so-called "gente sencilla" (en el avance de El perro, que es ciento por ciento publicitario -y está bien, los trailers están destinados a eso- se describe así a los protagonistas).
Ahí es donde Sorín mete el perro. Porque la elección de actores no profesionales (Juan Villegas es Juan Villegas) no garantiza realismo. Porque la relación de Juan Villegas con el dogo -¿existe en este mundo una mascota menos carismática que ese bicho blanco?- es muy compleja y el director decide despreciarla. Porque, mal que le pese al minimizador de historias, para hacer cine hace falta algo más que el primer plano de una cara redonda, desgastada y rosa o la repetición de paisajes desolados en tono de domingo a la tarde.
Agustina Larrea

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